Lengua y Literatura son dos términos que nos resultan especialmente familiares debido a que los hemos escuchado con frecuencia a lo largo de nuestra vida, tanto personal como académica. Entendemos como Lengua al conjunto de signos lingüísticos de carácter arbitrario (código) acordados por el grupo social que las usa y mediante la que se pueden nombrar, expresar, comunicar con su entorno. La Literatura, por otro lado, se entendería como una forma de comunicación especial con un lenguaje y finalidad estética compuesta por el conjunto de producciones resultantes de los usos de la lengua según dichos criterios.
En cambio, la Didáctica de la Lengua y la Literatura
(DLL) es una disciplina joven de la que no tenemos tantas referencias y que
ha supuesto un cambio sustancial en cuanto al estudio de la lengua.
Tradicionalmente ésta ha sido objeto de estudio en sí misma, mientras que en la
actualidad se le presta mayor atención a su estudio como “instrumento de uso”.
De una asignatura cuyo nombre es
coincidente al de dicha disciplina cabría esperar la adquisición del conjunto
de capacidades que integran su objeto de estudio. Por tanto, a su fin,
deberíamos ser capaces de revisar los planteamientos teóricos, seleccionar y
organizar contenidos, establecer objetivos en relación a los métodos y
orientaciones técnico-teóricas del aprendizaje de la Lengua y la Literatura,
distribuir y secuenciar la materia en bloques o unidades asimilables por el
alumno y elaborar y valorar las actividades para el logro de los objetivos
generales y parciales (Mendoza, Martos y López, 1996).
Quizás estos objetivos pueden
sonar excesivamente ambiciosos (y puede que lo sean) teniendo en cuenta las
limitaciones organizativas que plantea una asignatura nueva e intensiva como la
actual, pero si no nos planteamos estos objetivos iniciales ¿por qué se ha
seleccionado este nombre para la asignatura y no otro?
En relación con lo anterior, se
presupone que todo el alumnado matriculado en esta asignatura es conocedor de
los contenidos teóricos necesarios para el inicio del estudio de una “didáctica
de”, puesto que ya hemos sido evaluados de los mismos. Por tanto, mis
expectativas en cuanto a la presente asignatura se orientan a la realidad del
aula. Concretamente se centran en la obtención de las herramientas y
orientaciones metodológicas necesarias para transmitir a nuestros futuros alumnos
la pasión por la Lengua y la Literatura para conducirlos, así, hacia una
competencia lingüística integral.
Uno de los grandes retos que,
casi con total seguridad, nos deparará nuestra labor docente es el de hacer
atractiva esta disciplina. El planteamiento de cuestiones entrelazadas con
elementos didácticos informáticos (TIC),
de especial utilidad y atractivo para el alumnado actual, puede suponer un
punto de partida interesante hacia esta labor.
Magna tarea se justifica claramente
en el artículo La Lectura en la Universidad (Gilardoni, 2013). En él podemos observar que el
91% de los jóvenes valoran altamente la lectura como una actividad positiva en
tanto cumple con fines recreativos, estéticos y utilitarios. Sin embargo, los
libros se presentan como una segunda opción en cuanto a alternativas de
entretenimiento y su lectura se debe más a una función referencial y/o
utilitaria, por lo que la frecuencia y el tipo de lectura también se ven
afectados.
Estos datos reflejan varios
elementos destacables. En primer lugar se muestra que la importancia de la
lectura está arraigada en gran parte de la juventud, por lo que partimos de un
punto ya obtenido de crucial importancia. Pero, entonces, ¿a qué se deben el
resto de datos tan poco alentadores? Los tiempos cambian y hay que adaptarse al
nuevo alumnado con nuevas metodologías que combinen la experiencia y los nuevos
tiempos, por lo que el estudio para la obtención de la máxima eficiencia
lingüística ha de plantearse como un gran reto continuo. En cualquier caso, diversos
factores podrían darnos una explicación orientativa al origen de estos datos,
pero ¿pensáis que la cadencia actual de la
mayoría de elementos que nos rodean puede afectar directamente al interés por
la lectura? Si es así, ¿qué
propuestas haríais?
Observo que quizás la diferencia entre cifras y porcentajes en el artículo se deba a que no es lo mismo el prestigio de la lectura (ser lector sigue siendo algo que traslada una cierta imagen de cultura del sujeto) y el valor práctico social de la lectura, en este segundo caso, la lectura tradicional al menos, está perdiendo peso a grandes pasos, la cultura de lo inmediato, lo visual, nos traslada a una sociedad en la que el papel carece cada vez más sentido. ¿Cómo orientar en este cambio? Creo que bastará con que encontremos todo lo bueno que hay en él.
ResponderEliminarEfectivamente los tiempos cambian y parece, que con ellos, se acerca el final de la lectura en papel pero ese, considero, que no es el problema. Me gustaría, (¡ojalá!), que el debate que ahora emprendemos versara sobre el cambio de soporte sobre el que se lee. Que estuviésemos discutiendo sobre si se lee más en papel o en formatos digitales pero ese, por desgracia, no es el tema.
ResponderEliminarEl problema actual es que la gente "letrada" (los universitarios), ni siquiera los futuros docentes somos capaces de disfrutar con el placer de la lectura. El problema es que no se lee.
¿Cómo solucionarlo?, es más, ¿Debemos solucionarlo? ¿Quién somos nosotros para pretender cambiar los deseos de una sociedad? Si la evolución nos conduce al letargo, a la inopia mental, ¿Por qué no dejarnos arrastrar, fluir lentamente, sin problemas, río abajo hasta llegar al mar?
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(Porque solo los peces muertos nadan a favor de la corriente)
Estupenda entrada respondiendo a todas las cuestiones planteadas. Pero de esas cuestiones surgen otras, muy acertadas. Por desgracia no tendremos tiempo para desarrollarlas todas, como el uso de las TIC o el debate libro papel vs. ebook. Porque si nos dedicáramos toda la clase a HABLAR. ¿Qué pensaría la gente? ¿Y vuestras compañeras y compañeros?
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